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01 de junio de 2017

Un auténtico todoterreno en carrocería corta diseñado para los que necesitan desplazarse por el campo superando todos los obstáculos.

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Parece que lleva una eternidad en el mercado, sin embargo el genuino Montero sigue siendo un 4x4 tan capaz y fiable como siempre. Me recuerda a esos viejos relojes que siguen marcando la hora con la misma precisión de cuando eran nuevos.
Aunque también está disponible una carrocería larga, de cinco puertas, el que probamos aquí corresponde a la versión corta, con solo tres puertas y menor distancia entre ejes.
 
El diseño clásico de la carrocería con formas cuadradas se mantiene al día gracias a las modernas luces LED de iluminación diurna, la parrilla cromada horizontal y el orgulloso emblema Mitsubishi de los tres diamantes. Además, mantiene el portón trasero con apertura lateral. Lástima que abra de izquierda a derecha, cuando el sentido de apertura lógico, en los países de conducción por la derecha, sería el contrario.
 
Ciertamente, el diseño del habitáculo delata la veteranía del modelo, que data de 2010. Abundan los plásticos duros, aunque el ajuste entre los paneles es bueno, y no aparecen crujidos desagradables. Dispone de una moderna pantalla táctil central de 7,0 pulgadas con navegador, fácil de usar, aunque parece desentonar con el estilo, algo retro, del resto del interior. Lástima que se haya prescindido de la clásica rueda para ajustar el volumen de la radio o equipo de sonido, sustituida por dos pulsadores táctiles difíciles de acertar con los movimientos del coche en marcha.
Por encima de esta pantalla aparece otra, de diseño más acorde con la edad del modelo, que muestra informaciones diversas, como el consumo medio e instantáneo, e incluso altitud y presión atmosférica.
 
Una ventaja de la carrocería cuadrada es que la altura interior es muy holgada, lo mismo que la anchura para los pasajeros, aunque la hace falta una cierta agilidad para encaramarse al interior, y no digamos si los pasajeros han de ocupar los asientos traseros. La rueda de repuesto está situada en el exterior, sin ocupar sitio dentro, con el inconveniente del excesivo peso soportado por el portón y la dificultad de abrirlo en sitios estrechos.
 
La gama del Montero corto se limita a dos versiones, Spirit y Kaiteki, cuyos precios son de 35.700 y 44.500 euros respectivamente. Ambas versiones comparten la misma mecánica, el propulsor turbodiésel de cuatro cilindros, 3,2 litros de cilindrada y 200 CV de potencia. El motor está unido a una transmisión automática de cinco velocidades, de suave funcionamiento, muy apropiada para su utilización fuera de carretera, que permite circular sobre baches, barro y obstáculos pisando solo el acelerador, sin necesidad de forzar el embrague, pues esta caja de convertidor de par no lo lleva.
 
Declara un optimista consumo en ciclo mixto de solo 8,2 litros cada cien kilómetros. La cifra real de nuestra prueba, con tramos fuera de carretera incluidos, ha sido de 11,5 l/100 km. Una cualidad del Montero es que puede  remolcar hasta 3.000 kilos, o 750 sin freno de inercia.
 
Inicialmente, solo funciona como un propulsión trasera, pues la fuerza se transmite exclusivamente a las ruedas de ese eje como una eficaz medida de ahorro de combustible si las condiciones de adherencia son favorables. En todo caso, el conductor puede convertirlo en un tracción 4x4, e incluso acoplar una reductora, con solo mover una pequeña palanca, incluso en marcha, junto al mando del cambio automático.
A diferencia de algunos competidores, la tracción total del Montero mantiene en funcionamiento el diferencial central, por lo que es posible circular en modo 4x4 sobre asfaltos in problemas.
 
El gran motor turbodiésel suena y vibra más que los propulsores de gasóleo más actuales, pero disfruta de una excelente cifra de par de 441 Nm, a 2.000 vueltas, que lo convierte en una máquina que puede con todo. La dirección asistida es demasiado lenta – 3,5 vueltas de tope a tope- para una conducción ágil por carretera.
El pedal de freno se siente firme y da confianza a la hora de parar el coche, aunque la carrocería tiene mucha tendencia a hundirse de morro en las frenadas fuertes. 
 
El alto puesto de conducción del Montero permite una visión superior del entorno. Tanto el eje delantero como el trasero gozan de una suspensión independiente, con muelles y paralelogramos deformables. Todo eso, junto a su chasis monocasco, le permite una gran estabilidad sobre todo tipo de superficies, sin rebotes indeseables, aunque, como se espera de un gran todoterreno, la suspensión es de reacciones blandas.
 
Su máxima virtud está en la dinámica de fuera de carretera. El sistema 4x4 tiene cuatro modos de funcionamiento: propulsión trasera, tracción total, tracción total con bloqueo del diferencial central y tracción total con reductora y bloqueo central. Además, es posible bloquear el diferencial trasero tan solo con pulsar un botón.
Con 235 mmm de distancia al suelo, 700 mm de profundidad de vadeo y 36,5/25 grados de ángulos de entrada/salida en pendientes, el Montero corto tiene todas las bazas para salir airoso de cualquier obstáculo que se le presente.
 
J.M. Quintanawww.vidapremium.com

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