El pasado 5 de mayo se inició la producción de la furgoneta eléctrica Nissan e-NV200 en la factoría de Zona Franca (Barcelona), el segundo modelo ‘cero emisiones’ que comercializa la firma japonesa tras el éxito del Nissan Leaf, del que ya se han vendido 110.000 unidades en todo el mundo. Se trata de un modelo de gran importancia estratégica para esta planta, en la que se han invertido 431 millones de euros en dos años para la puesta a punto de esta línea y la que producirá el Pulsar, a la venta a final de año.
Este nuevo modelo se suma a la estrategia de reducción de emisiones que inició el Nissan Leaf y en este caso tiene mucho sentido porque las furgonetas y taxis recorren una gran cantidad de kilómetros cada día en la ciudad y la introducción de modelos eléctricos puede contribuir de forma directa a que el aire de las grandes urbes esté menos contaminado.
Y, desde luego, llega en un buen momento, porque el Gobierno acaba de aprobar el Plan MOVELE destinado a impulsar la compra de vehículos híbridos y eléctricos, dotado con 10 millones de euros, el doble que en la edición anterior, con dotaciones de hasta 6.500 euros a particulares, entidades públicas y compañías de renting, con la ventaja de que el trámite será ahora más rápido a través del IDAE.
De este modo, el Nissan e-NV200 se pone a la venta con unos precios a partir de 13.665€ más 73 euros/mes en concepto de alquiler de baterías, y si el cliente lo desea por 18.540 euros con las baterías en propiedad. Se comercializa en tres versiones de carrocería: Furgón, con dos plazas, Combi con cinco plazas y Evalia, el modelo destinado a transporte de pasajeros, con acabados más refinados y completos.
Derivado de la furgoneta NV200, mide 4,56 metros de longitud, y bajo el suelo del vehículo va equipado con un conjunto de baterías de ión-litio compuesto por un total de 192 celdas con una capacidad de almacenamiento de 24 kWh para alimentar un motor eléctrico AC síncrono de 109 CV y 254 Nm de par máximo. El centro de gravedad se mantiene lo más bajo posible, porque el conjunto de baterías tiene un peso de 267 kilos, y tampoco resta espacio de almacenamiento, quedando el suelo completamente plano. La capacidad de carga del furgón es de 4,2 m3, y a través del portón trasero o las dos puertas laterales se pueden introducir hasta dos europalets, con un peso máximo de 770 kilos y hasta 2,04 metros de longitud, con la ventaja de que el plano de carga es muy bajo, 52 centímetros hasta el suelo, lo que facilita mucho la tarea diaria a sus usuarios.
El frontal ha sido rediseñado y resulta más atractivo al incorporar iluminación diurna LED con un trazo en tono azul bajo los grupos ópticos delanteros que lo identifican como un vehículo eléctrico, y también incorpora la toma de carga bajo una compuerta en la que están las dos tomas. La recarga se puede hacer en un enchufe de 16 amperios en un tiempo de 8 horas o en una toma doméstica de 10 amperios en 10 horas, aunque también existe la posibilidad de utilizar un cargador rápido de 32 amperios que emplea cuatro horas en recargar el 80% de la batería.
Con la batería completamente llena, el e-NV200 puede recorrer entre 160 y 170 kilómetros según la ficha técnica, que en realidad se traduce en unos 120 kilómetros reales, aunque todo dependerá del tipo de conducción, el recorrido, la carga y hasta la temperatura, porque con el aire acondicionado o la calefacción, la autonomía baja de forma considerable.
Las prestaciones son suficientes para un vehículo comercial que va a realizar la mayoría de los trayectos por ciudad y alguna salida a poblaciones limítrofes. Alcanza los 123 km/h de velocidad máxima y la aceleración de 0 a 100 km/h la realiza en 14 segundos. Lo mejor de todo es que la entrega del par es prácticamente instantánea y sale de los semáforos con bastante rapidez. En carretera, a partir de 80 km/h progresa lentamente, porque no es su terreno, aunque cumple con creces si no sopla mucho el viento.
Es maniobrable y bastante silenciosa porque lo único que se percibe es el ruido de rodadura. En zonas peatonales hay que tener cuidado porque la gente no oye nada y se puede llevar un buen susto. Se maneja de forma similar a un vehículo de combustión, con la ventaja de que al llevar cambio automático es todo mucho más cómodo.
Para arrancar basta pulsar el botón en el salpicadero y ya está lista para iniciar la marcha de forma completamente silenciosa al situar la palanca en la posición D. Como sucede en todos los vehículos eléctricos, cuenta con un sistema de frenada regenerativa que aprovecha la energía de las frenadas para cargar las baterías. Si el conductor está atento y se adelanta a la situación del tráfico se puede hacer una conducción muy eficiente que aumenta la autonomía. En bajadas se puede poner la palanca del cambio en la posición ‘B’, que incrementa la potencia de frenada y al mismo tiempo carga la batería.
En el cuadro de mandos tiene una instrumentación específica, con un indicador del nivel de carga de la batería mediante once rayas de color azul, un potenciómetro que nos marca el nivel de eficiencia en la conducción –de color verde cuando estamos recargando la batería-, velocímetro digital y en la parte inferior la autonomía restante. También hay una pequeña pantalla con información adicional a la derecha con la hora, temperatura exterior, marcha engranada, cuentakilómetros parcial y total y capacidad de carga de la batería.
La versión Evalia –desde 19.025 euros más el alquiler de baterías o 23.900 euros con las baterías en propiedad- lleva los acabados más lujosos de la gama, pues cuenta con espacios adicionales para el almacenamiento de pequeños objetos, mesillas plegables en los asientos traseros y además cuenta con un maletero gigante con capacidad para 2,27 m3 de carga, es decir 5 maletas grandes y otras 5 medianas hasta la cortinilla.
La garantía para el conjunto eléctrico –motor y baterías- es de 5 años y algunas ciudades ofrecen ventajas adicionales a este tipo de vehículos que hacen más interesante su adquisición, como el estacionamiento gratuito en zonas reguladas del centro o descuento en peajes. También hay que tener en cuenta que el coste de mantenimiento es mucho más bajo que en un vehículo de combustión, porque no lleva aceite ni cadena, los frenos se desgastan mucho menos y esto puede significar hasta un ahorro del 40% en mantenimiento.
La idea es muy buena para reducir las emisiones contaminantes y el ruido en los grandes núcleos de población. Ahora hace falta un mayor número de puntos de recarga, que funcionen, y una mejora en la autonomía de las baterías, que es el problema más importante.
José A. Prados, Barcelona – www.vidapremium.com