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Harley Davidson Road King

04 de mayo de 2016

La reina de las motos Touring es una buena terapia para volver a encontrarse uno mismo y disfrutar de largos viajes con ella.

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Mi primera Road King para disfrutar algo más que unos kilómetros porque un amigo te la deja para darte una vuelta. En esta ocasión la moto de prueba que traemos a nuestros lectores nos la cedieron, como siempre, los chicos de Makinostra sin ningún tipo de restricción, sin un “vuelve pronto” como aquél colega hace muchos años me pidió al dejarme la suya, simplemente un “aquí la tienes, espero que te guste”. Y una semana con sus siete días para mí y ella, los dos, y todo el asfalto que se pueda imaginar por delante...
Arranco y me voy lejos del concesionario, a esconderme con la recién adquirida y poder acariciarla y escudriñarla de una forma lasciva donde nadie me mire raro al hacerlo.
Me dirijo a mi rincón secreto donde comienzo a ver y palpar lo que tengo entre las piernas. Asombrado al bajarme por el buen feeling que me aportó desde el primer momento, sobre todo por la posición que adoptas al conducirla con una ergonomía perfecta. La altura del manillar, el asiento que te envuelve, el parabrisas quitándote inclemencias, todo forma parte de un coctel exquisito.
Multitud de detalles como el anagrama Road King característico en el guardabarros delantero o la firma de la marca en relieve del depósito así como el estilo bicolor o esas maletas tan fáciles de abrir y cerrar con sólo una mano demuestran que la elegancia, el pragmatismo y nostalgia van de la mano en este modelo emblema de la larga historia de Harley Davidson.
Obviamente lo que más llama la atención de una Road King es su cabezón, ese faro enorme al más puro estilo Hiawatha que refleja lo que te rodea cuando pasas como si fuera una pantalla de cine, a lo grande. Aunque por fuera se asemeje a los de siempre, en su interior todo es distinto porque es un doble halógeno acompañado de los auxiliares o antinieblas que simplemente te hacen olvidar que es de noche por delante de ti y limitan esa frase tan manida de los enlatados como es el “no te he visto por el retrovisor”
En el apartado suspensiones se ha modificado la horquilla, aparte de ensancharse el diámetro de las columnas, se ha endurecido y el resultado curveando es fantástico, sólo te dedicarás a disfrutar de la suavidad con la que entra y traza las curvas con un aplomo extraordinario para una moto de este tipo. Además podemos regular la amortiguación trasera gracias a la válvula que nos facilitan entre la maleta y el guardabarros porque así disfrutarás más de las posibilidades que ofrece esta gorda para adaptarse al viaje que tengas previsto para ella.
En marcha su motor de 1.700cc, es decir, el perfecto 103” va como ya sabemos, simplemente redondo, con una aceleración progresiva hasta casi el infinito, ruge o simplemente suena según lo que le pidas con tu muñeca, el cambio hace que de gusto jugar con las marchas y las amplias posibilidades de cada una de ellas, de hecho se agradece poder configurar en la pantalla de instrumentos, sobre el velocímetro en el depósito, la opción de ver qué marcha llevamos engranada porque si no, puedes hacer una kilometrada sintiendo una sexta que en realidad es una quinta. Estéticamente este motor es soberbio de bonito y el filtro con el anagrama del 103 es la guinda.
Tenemos 23 litros de depósito y un consumo por debajo de 6 litros que te garantizan los 300 kilómetros de autonomía sea cual sea tu estilo de conducción, me parece una distancia/tiempo perfecta para parar a estirar las piernas echándote un cigarro o contemplando tu niña mientras crepita el metal volviendo a su ser desde el calor infernal.
No puedo evitar sorprenderme cada vez que pruebo uno de los modelos modernos con la capacidad de frenada, con lo bien que está desarrollado el REFLEX de las MoCo o reparto de frenada acompañada de ABS. Esto va a ahorrar muchos sustos a todos esos inconscientes que han pasado la vida amasando pasta para darse ahora, a la vejez y sin experiencia alguna, el caprichito de malote de comprarse una Touring sin saber que la física juega en su contra a la hora de intentar detener estas moles. Con el añadido de que esa mole se mueve con una soltura y ligereza que consiguen hacerte olvidar esos principios básicos.
Colaborando con la ergonomía que comentábamos, están las cómodas plataformas de Harley y ese cambio punta talón que te cuida tus zapatos más lustrosos sin fastidiarte la puntera. A parte de lo mullidas que son, anulando así las vibraciones, permiten mover el pie buscando la postura que más nos convenga sentados en ese asiento tan envolvente, con la dureza exacta.
El manillar es muy cómodo y con el fantástico cruise tan sencillo de manejar como efectivo gracias al acelerador electrónico te permite descansar brazos y relajar tensiones. Vamos que necesitarás el doble de café porque Morfeo puede visitarte a lomos de esta señora.
En resumen está claro que en un atasco no podrás deslizarte y sufrirás casi como un enlatado pero no se hizo la Road King para repartir pizzas sino para montarte solo o acompañado y elegir un rumbo sin destino tragando kilómetros como si huyeras del fin del mundo.
He visto estas dos palabras durante horas grabadas en el metal de la tija del manillar de la moto con la que me hice mil kilómetros en un fin de semana. Y sí, os digo que me hizo sentir bien, que me sirvió de ayuda, que me recordaba quién era a lomos de esa burraca, el rey de la carretera.
Esta terapia de autoayuda es un poco más cara que la mayoría de psiquiatras pero creo que más efectiva, en concreto partimos de 25.000 euros, pero a cambio eres uno de ellos. Un Road King.
Jesús Sanzwww.super7moto.com 

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