La historia de este fabricante alemán resulta muy interesante. La pasión de dos técnicos de radio –Ansgar Sperling y Michael Bönninghoff- y grandes amantes del sonido de alta calidad dio paso a la creación de motores para giradiscos que transmitieran al plato el mínimo de energía, así como una transmisión por cinta que proporciona un acoplamiento firme entre los dos elementos. Una vez logrado ese motor, el siguiente reto fue construir un giradiscos propio de gran peso que proporcionara una buena estabilidad, y después de muchos bocetos y numerosas horas de trabajo, nació el giradiscos Sperling M-2.
Se trata de un ‘peso pesado’ de la categoría, y no sólo por la calidad de sonido, sino porque el cuerpo está construido en aluminio con peso de entre 50 y 60 kilos, según el modelo. La característica más destacada de este giradiscos es que puede ser ajustado el sonido al gusto del propietario, algo que no es habitual en este tipo de aparatos.
La base está formada por una viga maciza de aluminio sobre la que se montan dos soportes para cada uno de los dos brazos fonocaptores –el primero de 9” y el segundo de 12”-, con un innovador mecanismo que permite colocar ambos en el plato a la distancia y el ángulo deseado, pese a estar atornillados. El sonido final se configura en función del material elegido para la fabricación de los soportes de los brazos y del acoplamiento entre el plato y el disco, con opciones como madera de wengé, pizarra portuguesa o poliacetal.
El motor ofrece la posibilidad de cambiar la tensión de la cinta de transmisión mientras el aparato está en funcionamiento gracias a un sistema de alineación muy sensible, modificando así la sonoridad para que el usuario pueda ajustarla a su gusto. En la base del brazo hay una escala numerada que sirve de referencia una vez calibrado el equipo para desmontar el brazo y volver a montarlo en la misma posición.
Más información en www.sperling-audio.de 
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