Hasta la llegada del nuevo CX-30, el CX-5 ha sido el escaparate de Mazda. El primero en el que, durante su gestación y fabricación, se han aplicado las tecnologías SkyActiv, un conjunto de medidas dirigidas a conseguir motores mucho más eficientes, carrocerías y chasis más ligeros y cajas de cambios con menos fricciones internas.
En su última actualización, el Mazda CX-5 recibe un frontal más afilado, retrasa los pilares del parabrisas y rebaja la altura en 35 milímetros. Es solo 10 milímetros más largo, pero dibuja un perfil más elegante y dinámico, sin romper con las agradables líneas de la versión anterior.
Entrando en el habitáculo, nos damos cuenta de la buena visibilidad y el tacto tan agradable de todos sus mandos. Está terminado con buen gusto, materiales de calidad y paneles bien ajustados. Nos gusta el atractivo diseño de la instrumentación analógica, con tres esferas tras el volante, que resulta muy fácil de leer. Dispone también de un práctico “Head Up Display”, de serie en este acabado, con una pantalla transparente retráctil, que proyecta la información de la velocidad y datos del navegador en el parabrisas, evitando desviar la vista de la carretera.
La insonorización ha progresado apreciablemente y los asientos delanteros sujetan mucho mejor a los ocupantes, al igual que los traseros, que ahora tienen dos posiciones de inclinación de los respaldos, aunque su plaza central continúa siendo más pequeña e incómoda. El portón trasero de accionamiento eléctrico también es de serie y abre el acceso a un generoso maletero de 477 litros de capacidad.
Por detrás de la palanca de cambio, se sitúa la rueda del mando ‘HMI Commander’, que controla la información que aparece en la pantalla táctil de 7,0 pulgadas y permite sincronizar un teléfono inteligente para disfrutar de sus aplicaciones, también obedece las órdenes vocales y permite conectarse a internet.
Presume de una dotación tecnológica muy avanzada, ya sea de serie o en opción, con numerosos elementos destinados a incrementar la seguridad activa, entre ellos el control de velocidad de crucero adaptativo, el asistente de frenada de emergencia automática en ciudad, de serie en toda la gama, el sistema de control del ángulo muerto, el asistente de luz de carretera, con faros LED adaptativos, o el de alerta por cambio involuntario de carril, que actúa sobre la dirección; este último es demasiado intrusivo para nuestro gusto, con el inconveniente de que se conecta siempre cada vez que se enciende el contacto, aunque lo hayamos desactivado previamente. También de serie, cuenta con un equipo de sonido firmado por Bose.
Las buenas cualidades dinámicas siempre han caracterizado a los modelos de la marca japonesa. El Mazda CX-5 proporciona esa agradable sensación de control gracias al ‘G-Vectoring Control’, un sistema que analiza parámetros de la dirección y acelerador para gestionar la fuerza que reciben las ruedas delanteras al trazar una curva, buscando mayor tracción y control al conductor.
Sin recurrir a complicadas suspensiones adaptativas y con un firme tarado de la amortiguación, sigue fielmente las órdenes del volante sin llegar a ser incómodo, a menos que se aborden los badenes o resaltes a una velocidad superior a la razonable. De este modo, es ágil y fácil de conducir, tiene muy buena estabilidad y mantiene al mínimo los movimientos de la carrocería, consiguiendo un tacto de conducción muy similar al de un turismo compacto, haciendo olvidar que estamos en un todo-camino algo más alto, a lo que ayuda la postura de conducción y la posición estirada de las piernas.
La oferta mecánica del Mazda CX-5 abarca versiones de gasolina y diesel. Nuestro protagonista equipa el propulsor 2 litros atmosférico de gasolina (sin turbo) de 165 CV de potencia y tracción delantera. Este motor es muy agradable y silencioso, asociado a una caja de cambios manual de seis velocidades con un tacto maravilloso por su corto recorrido de palanca.
Como carece de turbo, acusa falta de fuerza a bajas revoluciones, lo que significa que solo por encima de las 4.000 vueltas, hasta las 6.500, encontraremos una franca respuesta del motor. Afortunadamente, el tacto del cambio es tan agradable que no importa usarlo a menudo para mantener el motor en su entorno adecuado. El consumo medio homologado es de 7,0 litros cada 100 kilómetros. El real medido durante nuestra prueba ha sido algo más alto, de 7,9 l/100 km
Cinco son los diferentes acabados disponibles: Origin, Evolution, Evolution Design, Zenith y Signature. Solo los tres últimos pueden equipar tracción total AWD, con un sobreprecio del orden de mil euros, que se caracteriza por funcionar con solo la tracción delantera sobre asfalto y repartir la fuerza automáticamente, hasta un 50 por ciento a cada eje, si las condiciones de agarre se deterioran.
Confortable, muy bien equipado y con un tacto de conducción super-agradable, el Mazda CX-5 es un valor seguro en el segmento de los todo-camino medianos.
FICHA TÉCNICA
Mazda CX-5 Skyactiv-G 2.0 165CV Zenith
DIMENSIONES
Longitud: 4.550 milímetros
Anchura: 1.840 milímetros
Altura: 1.675 milímetros
Batalla: 2.700 milímetros
Peso: 1.435kilos
Maletero: 477 litros
MOTOR
Combustible: gasolina
Posición: delantero transversal
Cilindrada: 1.998 cc
Potencia: 165 CV a 6.000 rpm
Par máximo: 213 Nm a 4.000 rpm
Cambio: manual 6 vel
Tracción: delantera
PRESTACIONES
Velocidad máxima: 201 km/h
Aceleración 0 a 100 km/h: 10,4 segundos
Consumo medio: 7,0 litros
Emisiones CO2: 150 g/km
PRECIO: 31.450 euros
J. Miguel Quintana – www.vidapremium.com