La versión 5 puertas del icónico Mini se basa en la plataforma de los BMW Serie 2, con motor y tracción delantera pero fabricado, como siempre, en el Reino Unido.
Conserva las señas de identidad que le han convertido en un icono mundial, como los grandes faros redondos, la parrilla delantera hexagonal y el techo en diferente color de la carrocería. Es el claro ejemplo de como se puede desarrollar toda una gama partiendo de un único modelo.
La carrocería, de 3,98 metros de longitud, es 16 centímetros más larga que su equivalente de tres puertas, con un habitáculo más generoso, homologado para cinco plazas y un maletero que ahora es más práctico, pues crece hasta los 278 litros. También la distancia entre ejes es superior, alcanzando los 2,57 metros y, como dato curioso, la altura libre al techo de las plazas traseras permite a un adulto de 1,80 sentarse sin rozar la cabeza. Sin embargo, hay que decir que el prominente túnel central impide viajar cómodamente a un hipotético quinto ocupante en el centro de las plazas traseras. Tampoco ayuda el reducido tamaño de las puertas traseras.
La visibilidad hacia adelante es muy buena, los asientos delanteros son envolventes y dispone de dos guanteras frente al asiento del acompañante. El interior está bien amueblado, con mandos y controles que continúan siendo de palanca. Afortunadamente, los mandos de los elevalunas están en las puertas.
El habitáculo incorpora la última interpretación del gran velocímetro central típico del Mini, que ahora se convierte en una pantalla multifunción manejada con una rueda, al estilo de la “iDrive” de BMW, con navegador y sistemas de entretenimiento “Mini Connected” para las versiones más equipadas, que también pueden disfrutar de sistemas como el “Driving Assistant”, con cámara de visión trasera, regulación de la velocidad, aviso de acercamiento al coche de delante o de la presencia de personas, con activación automática de frenos y asistente de aparcamiento. El tablero de instrumentos, que se sitúa tras el volante, puede complementarse con una pantalla de proyección de datos en el parabrisas “Head Up Display”. Lástima que no haya un termómetro del líquido refrigerante tradicional.
La gama mecánica del Mini 5 puertas está compuesta de opciones de gasolina y de ciclo diesel, entre 95 y 192 CV de potencia. Todas las versiones disponen de una transmisión manual de seis velocidades o una automática con convertidor de par, con el mismo número de relaciones. La suspensión, siempre independiente, es por brazos McPherson en el eje delantero y paralelogramo deformable en el trasero. La unidad que probamos (Cooper D 5 puertas, con motor turbodiésel de tres cilindros y 116 CV) tiene una cilindrada de 1.496 cc, acelera de 0 a 100 km/h en 9,4 segundos y homologa un consumo medio de 3,6 l/100 km.
La marca está orgullosa del tradicional comportamiento del Mini, en el que se ha intensificado el tacto rápido y sensible de un kart gracias a la reducción de peso y al aumento de la rigidez, pero también a tecnologías como la servodirección mejorada, el control dinámico de estabilidad, tracción y bloqueo de diferencial “ELDC”; también, opcionalmente, puede montar el “Variable Damper Control”, que permite escoger entre “confortable” y “sport”, los diferentes tipos de amortiguación. Las tecnologías “Performance Control” y “Mini Driving Modes”, permiten más posibilidades de elección al gusto del conductor.
Nada más arrancar el motor, sin que ninguna vibración delate que se trata de un tres cilindros, y mover el agradable volante, nos sentimos con ganas de introducirnos por una carretera de montaña. La sensación de control, rapidez de reacciones de la dirección, ausencia total de balanceo de la carrocería en las curvas y la aguda respuesta del motor nos traslada a lo que llamamos “placer de conducir”.
La potencia declarada no es excesiva, pero es suficiente para divertirse al volante. La franca aceleración proporcionada por el turbo es suficiente para dibujar una sonrisa en la cara del conductor mientras disfruta de una agilidad casi acrobática curva tras curva. Bien plantado sobre la carretera, nada parece bastar para sacarle de la trazada, mientras que el tacto firme de la caja de cambios, embrague y dirección, transmiten confianza y diversión al conductor.
Como no podía ser menos, la suspensión es firme y algo rebotona sobre baches, aunque no nos atrevemos a criticarla. La suspensión, de dureza variable opcional, es más dura en el modo Sport y está orientada únicamente para una conducción deportiva. Al fin y al cabo, es un Mini.
En cuanto al consumo real en nuestra prueba, ha oscilado entre 5,7 y 5,9 litros a los 100 kilómetros, en función del modo de conducción del “Mini Driving Mode”, que hemos ido cambiando entre “Eco”, “Normal” y “Sport”. Son más que los 3,6 de media homologados, pero no es un consumo elevado.
El Mini Cooper D 5 puertas de 116 CV, con un buen equipamiento de serie, cuesta 23.700 €. En cualquier caso, la lista de opciones es extensa y permite personalizar el automóvil al gusto.
Práctico, bien terminado y divertido de conducir, el Mini 5 puertas es cada vez más deseable.
J.Miguel Quintana - www.vidapremium.com