El fabricante de los tres diamantes cuenta con una larga experiencia en la fabricación de este tipo de vehículos poco extendidos en España. (La limitación legal de circular por debajo de 90 km/h debe tener buena culpa de ello). La versión más reciente del Mitsubishi L200, en el acabado Kaiteki, nos muestra hasta qué punto de sofisticación y buenos acabados puede alcanzar un vehículo de trabajo.
Hemos probado la versión más potente de la gama, la 300 DI-D, equipada con un motor turbodiésel de 2.4 litros de cilindrada de 181 CV de potencia, aunque también se puede optar por el 250 DI-D de las mismas características, de 154 CV. La respuesta del propulsor de 181 CV es vigorosa desde el primer momento pues, desde el ralentí, se percibe la gran cifra de par máximo, que alcanza los 430 Nm a 2.500 vueltas, pero que a 1.500 ya ofrece unos respetables 400 Nm. Homologa un consumo medio de 7,2 litros cada 100 kilómetros que, en la realidad de nuestra prueba, se han elevado a 10,2 litros.
Por carretera, a velocidad estable y legal, el sonido procedente del motor es escaso, aunque aumenta significativamente al subir el ritmo. En todo caso, queda oculto por el ruido procedente de la transmisión y rodadura, además del aerodinámico que producen los grandes espejos. En resumen, el L200 se defiende muy bien sobre asfalto, con un considerable aplomo y estabilidad correcta a pesar de ciertos rebotes del eje trasero rígido, que está soportado por ballestas, aunque el delantero es independiente, de doble trapecio. En todo caso, esos rebotes desaparecen si circulamos con carga, con el eje trasero más asentado.
Su hábitat ideal está fuera del asfalto. Los amortiguadores absorben eficazmente todo tipo de baches y resaltes, sin apenas reacciones al volante mientras mantiene la velocidad. Además, está dotado de un completo sistema de tracción total, denominado Super Select 4WD: Por medio de un cómodo selector giratorio, que se puede activar en marcha hasta 100 km/h, se conmuta entre propulsión trasera y tracción total. Si los obstáculos son más importantes, o hay que superar zonas con poca adherencia, se puede bloquear el diferencial central e incluso engranar una reductora, con la que el L200 es capaz de subir y bajar sin esfuerzo las pendientes más empinadas, sin necesidad de un sistema electrónico de control automático de descensos.
Como guinda, este motor está equipado obligatoriamente con una caja de cambios automática de cinco marchas, que hace más fácil circular por caminos. Incluso monta levas tras el volante, además de la palanca, para cambiar de marcha de manera secuencial. Una delicia de suavidad y eficacia.
Ya hemos mencionado que la cantidad de equipamiento que ofrece es importante, más parecido al de un moderno ‘todocamino’ que al de un vehículo destinado al trabajo. Por ejemplo, cuenta con acceso al interior sin llave y puesta en marcha del motor por botón (curiosamente situado a la izquierda del volante). No obstante, los materiales de tacto duro con las que está acabado evidencian que están pensados para perdurar en el tiempo. Como es lógico, el puesto de conducción está mucho más elevado que en un turismo, con lo que se consigue una visión inmejorable sobre el entorno.
La versión ‘Doble Cabina’ que probamos dispone de cinco amplias plazas y detalles de confort como llantas de aleación de 17 pulgadas, tapicería de cuero, asientos delanteros calefactados, pantalla táctil de 7,0 pulgadas, una útil cámara trasera de ayuda al aparcamiento o faros bi-xenón con luces de conducción diurna de tipo LED. Tampoco es habitual en este tipo de coches el sistema de alerta por cambio involuntario de carril “LWD”, que se activa siempre en el momento de arrancar el motor.
La ‘bañera’ está forrada de material plástico para evitar arañazos y rozaduras producidas por la carga y, además, dispone de unos ganchos para amarrar bien los objetos transportados. Un cajón trasero con portón para ocultar la carga está disponible por 3.543 €.
Maniobrar en sitios estrechos sus 5,20 metros de largo, con 3,5 vueltas de volante entre topes, no es cosa fácil. Afortunadamente cuenta con la cámara trasera, que se conecta siempre al insertar la marcha atrás, y ayuda a evitar roces en el alto paragolpes trasero.
El L200 es una poderosa arma de trabajo atractiva y bien equipada. Poseer un L200 300 DI-D Kaiteki automático Doble Cabina cuesta 39.223 €. La elección más económica es un L200 250 DI-D M-PRO Cabina Club, de 154 CV con cambio manual, que tiene un precio de 24.635 €.
J. Miguel Quintana – www.vidapremium.com