Triumph Bonneville T214

Triumph Bonneville T214

Por

Hemos puesto a prueba esta edición limitada que rinde homenaje a un pasado que la marca inglesa no quiere olvidar.

Para bien o para mal, la vida son recuerdos y los recuerdos son la película de los acontecimientos y vivencias que componen un legado. Muchas marcas tienen su aureola por algo, Triumph llega hasta nuestros días porque nació y creció siendo intrépida como los Rockers de las afueras de Londres en los 50 y 60, los chicos Ton Up, pero también por hazañas como la de Jonnie Allen en 1956 cuando sobre una especie de puro sobre dos ruedas llamado ‘Texas Cee-Gar’ logró una velocidad de 345,06 km/h, que en millas son 214,4 mph, de ahí toma el nombre esta edición limitada y se recuerda sobre el depósito con una imagen de la silueta de la moto y la cifra lograda. Es escalofriante pensar en la tecnología y la seguridad usada, si eso no es adicción a la adrenalina no sé qué demonios puede ser. Ya publicamos anteriormente un artículo sobre aquella hazaña y el lanzamiento de la T214.
El motor de 650 cc de aquella Triumph de 100 CV pertenecía a una Thunderbird, la Bonneville nació después adoptando el nombre del mítico lago salado de los récords de velocidad.
La prueba de esta moto ha coincidido con el lanzamiento del último disco de Loquillo, ‘Código Rocker’, una revisión de temas antiguos junto con la banda Nu Niles. Una de las canciones, ‘Eres un Rocker’, se repite en mi mente machaconamente y si ello no fuera suficiente la reproduzco tantas veces que será el primer caso de archivo informático que se acabará rayando como un antiguo vinilo.
Se escucha más el sonido de mi ‘rrrrrrrrrrr’ con la lengua cuando tarareo la canción que las colas de la T214, una pena el volumen porque el sonido promete. Estoy harto de escribir siempre esta frase por culpa de estúpidas e hipócritas leyes. En cualquier caso, cómo no, casi todo se puede arreglar con dinero, Triumph tiene en el catálogo de accesorios unas colas Arrow, incluso nos informó el personal de la marca que venden unas homologadas.
Me moví con esta Bonneville por la ciudad como un rey, las farolas arrojaban su luz al asfalto y yo arrojaba mi indiferencia a los coches por entre los que serpenteaba para llegar al Rock Palace. La primera consideración es que se trata de una moto con un gran carácter urbano, se puede revolotear entre las latas como una avispa, de gran ayuda sirve un motor con un rango de utilización muy amplio, hace incluso que parezca que pesa menos de los 225 kilos declarados, porque seamos claros, sin duda lo que más me ha gustado es este bicilíndrico paralelo transversal tan ‘marca de la casa’. Por encima de 1000-1500 rpm ya se muestra bastante redondo, siempre con chicha que ofrecerte e incluso al que puedes llevar muy alto, de hecho, entrega la potencia máxima de 68 CV a 7500 rpm, bajo otros prismas puede no ser para tanto, pero es que estamos hablando de un hierro neoclásico y no estamos hablando sólo de la cantidad de potencia, se trata de como la entrega.
El logro de la velocidad punta de record no se ha conmemorado con uno de los modelos de Triumph más veloces, han querido hacerlo de una manera mucho más elegante, con esta moto mítica de la marca, la que recibió precisamente el nombre del famoso lago salado. Hacer los honores con elegancia, tomando la decoración de la ‘Texas Cee-Gar’, con ciertas diferencias estéticas sobre la T100, menos cromados, más pintura negra y guardabarros trasero más corto.
Curiosamente, el asiento tiene un acabado y un tacto más moderno que en la Bonneville ‘normal’. Por otra parte estamos ante una serie limitada de 1.000 unidades, cuenta con una plaquita con el número de la unidad en cuestión, justo debajo del velocímetro y el cuentarrevoluciones. Motor pintado de negro, llantas de radios con los aros lacados en negro y fuelles tapando la suspensión de la horquilla completan una imagen un tanto oscura, que contrasta con el blanco y azul de la pintura de tanque y guardabarros.
En carreteras con enlazadas de curvas me divirtió mucho, se muestra con un comportamiento firme y eficaz, con una trazada noble y segura que permite ir muy ligero, el motivo está en la suspensión, el tarado de precarga de los amortiguadores es el que lleva tal y como las entregan de fábrica, aún puede ponerse más duro puesto que lleva un punto de la escalerita de ajustes. Esta suspensión trasera no está descompensada con la delantera y no bota, pero creo que si dotáramos de más dureza sí que habría una notable diferencia con la horquilla y aparecerían esos rebotes. El conjunto aguantaría más chicha de motor, las suspensiones parece que están pensadas para ello y aunque no es una moto pensada para batir records de velocidad, puedes ir muy ágil allí por donde la velocidad punta no sea la que mande, además, es tan sumamente suave que sorprende en una moto de este concepto, quizás sea ese el problema en rectas y autovías anodinas, que es tan fina que casi se convierte en sosaina.
Ahora, te digo una cosa amiguito, hice kilómetros por carreteras perdidas de pueblos olvidados y ahí desaparece cualquier atisbo de suavidad, la suspensión pierde su razón de ser con esos reglajes, mi espalda puede contarte un par de cosas sobre ello.
Hice mis kilómetros durante los días que tuve la T214 con el pensamiento del record en el lago Bonneville, poco que ver con las carreteras de la Sierra de Madrid, las imágenes del árido lago salado en nada se parecían al paisaje que separa tierras madrileñas, abulenses y segovianas. Todo lo contrario, hacía unos días que la primavera se hacía paso y el verdor de los montes evocaba a paisajes del norte de la península, también encontré tierra que simulara desiertos, pero las planicies se hacían cortas como para lograr récords de velocidad imposible. Me encantan las tierras de contrastes. Pero sin duda dónde disfruté más de la Bonnie fue curveando, consumiendo trazadas como un ‘yonky’ otras líneas, apenas he salido de una curva ya estoy ávido de la siguiente, jugando con la caja de 5 marchas de tacto suave, suficientemente preciso, sin necesidad de pensar encarecidamente en lo que hago, fluyendo cada metro, cada curva, cada árbol que se queda atrás… tampoco pretendo cambiar la dirección de sus hojas. Como dice Aníbal, componente de Super7moto y grandísimo monitor de conducción: “la velocidad no es un objetivo, es una consecuencia”.
Con los 16 litros de capacidad del tanque de combustible puedes pasar ampliamente los 200 kilómetros de autonomía hasta llegar a la reserva, me moví en unos consumos que oscilaban entre los 4,9 y 5,1 litros a los 100. Por cierto, te recuerdo que los depósitos de la serie Bonneville son únicos en cada moto, son pintados a mano y podríamos encontrar la firma de la persona que realizó el trabajo si lo desmontáramos.
Frenada correcta para la inglesa, sin ABS, sin estridencias, no he necesitado más, no he podido pedir más. Atiende al detalle de las manetas: son ajustables, aparte de poder disfrutar de esta funcionalidad le confiere una estética técnica.
Me pedía el cuerpo una cerveza bajo el Código Rocker, tipos peinados como para no defraudar y chicas salidas de una fábula de rock’n’roll, princesas malditas por serlo. Pero me tuve que conformar con el bar de un pueblo incrustado en unos montes trufados de olivos, os aseguro que la conversación que me dio un señor fue de lo más enriquecedora, me hizo aparcar mis anhelos por un rato, pero esa es otra historia.

José Ángel Lorenzowww.super7moto.com 

Artículos relacionados

Novedades

Lo más leído

Artículos destacados