Es el resultado de la acción ´Kick it to Brazil´ para repoblar el Pozo de carbono en el estado de Mato Grosso (Brasil).
durante la campaña ‘Kick it to Brazil’, realizada por Peugeot en marzo y abril de 2014 y que mostraba el seguimiento del viaje realizado por un balón de fútbol entre Francia y Brasil a través de numerosos países y varios continentes, entre los que también se encontraba España.
Estas jóvenes plantas se añadirán a los dos millones de árboles de más de 50 especies diferentes reintroducidos ya en la sede del proyecto que se inició en 1998 y que está previsto que se mantenga hasta el año 2038.
Peugeot, con ‘Kick it to Brazil’, se comprometió a plantar un árbol por cada contacto físico de cualquier persona con el balón de la acción en el transcurso del trayecto del mismo por todo el mundo, así como a compensar de manera integral la huella de carbono del viaje mediante la compra de créditos certificados (créditos de carbono VCS – Voluntary Carbon Standard) en relación al proyecto del Pozo de carbono forestal Peugeot-ONF, reinvirtiéndolos de manera integral en el objetivo ecológico, científico y socio-económico del proyecto. Estos dos compromisos se han mantenido y se llevarán a cabo antes del final del año.
Un modelo sostenible
De acuerdo con el espíritu pionero que ha caracterizado al desarrollo del proyecto Pozo de carbono forestal Peugeot-ONF, los dos socios del mismo han querido aprovechar la ocasión para llevar a cabo una plantación con un protocolo de concienciación sobre las plantas gracias a un proceso ecológicamente sobrio y una elección de las especies y del lugar de plantación muy innovadora.
Un total de 15.500 árboles se plantaron en el vivero entre julio y noviembre con el fin de que estuvieran listos para la plantación definitiva que debe realizarse obligatoriamente en la estación de lluvias (de noviembre a abril en la cuenca amazónica). Este número es superior a los 10.000 contactos físicos documentados en el transcurso del periplo del balón de ‘Kick it to Brazil’.
El sustrato utilizado para la germinación de las plantas se ha tratado de acuerdo con una técnica de cultura silvícola ecológicamente sobria. Así, la tierra se enriqueció con una mezcla producto de la carbonización de cáscara de arroz (la capa de protección natural) y de residuos domésticos. La cáscara de arroz, que habitualmente los agricultores desechan, genera emisiones de metano al fermentar, un gas de efecto invernadero veinte veces más potente que el CO2. Al carbonizar la cáscara de arroz (generando así emisiones de CO2) para integrarla en la mezcla utilizada para la germinación, se disminuye en un factor 20 las emisiones de este tipo de gases, al evitar su conversión a metano.
Además, se han realizado las plantaciones en grupo en zonas de difícil acceso (pendientes, barrancos), donde es necesario proceder a enraizados muy puntuales para limitar la erosión del suelo.
Finalmente, la elección de especies se ha realizado de manera muy cuidada para contribuir al desarrollo de plantaciones locales sostenibles con el objetivo de diversificar su explotación. Así, se han plantado especies que pueden explotarse con fines medicinales, alimenticios (frutales) o para construcción (maderas de alto valor económico para aserraderos) la cual se adapta mejor a los cambios climáticos, con especies más resistentes a la sequía.