En el momento en que las temperaturas bajan, el neumático de invierno es un elemento de seguridad indispensable al viajar.
Negro, redondo y con un agujero en el centro. Así define la ‘sabiduría popular’ un neumático. Si profundizamos un poco más y preguntamos a un experto, nos dirá que es “la única superficie de contacto entre el vehículo y el asfalto”, un elemento fundamental en la seguridad al que los grandes fabricantes de todo el mundo dedican muchas horas en i+D y una gran parte de su presupuesto para crear componentes avanzados que se adapten a las necesidades de cada conductor.
Los que hemos tenido ocasión de visitar una fábrica de neumáticos jugamos con ventaja porque conocemos la complejidad de su desarrollo y el esfuerzo en investigación que requiere poner un nuevo producto en el mercado. Y también sabemos que cada neumático está pensado para un trabajo concreto, con modelos diferentes para las distintas estaciones del año. Lo mismo que los pilotos de Fórmula 1 ponen neumáticos de lluvia, nosotros podemos hacer un cambio de neumáticos, colocando los de invierno en el momento en que empiezan a bajar las temperaturas, justo cuando sacamos la ropa más abrigada del armario o en el cambio de hora a final de octubre.
En algunos países del norte de Europa es obligatorio hacer este cambio de ‘calzado’ en el coche desde octubre hasta abril, y aunque en nuestro país las temperaturas no son tan extremas, cuando hace frío, nieva o encontramos hielo en la calzada, el mejor aliado es un neumático de invierno, que tiene numerosas ventajas sobre las cadenas en cuanto a comodidad y seguridad.
Por gentileza de Bridgestone, primer fabricante mundial de neumáticos y productos derivados del caucho, hemos asistido a una jornada de pruebas en la que el neumático de invierno ha vuelto a demostrar la seguridad que ofrece en condiciones cambiantes y adversas, algo habitual en la estación más fría del año y en ciertas zonas de España.
En el momento en que la temperatura baja de los 7ºC el neumático de verano reduce su rendimiento, pero sobre todo pierde agarre y capacidad de frenada con el suelo mojado o cubierto de nieve. Los neumáticos de invierno están fabricados con unos compuestos que trabajan mejor con bajas temperaturas, además de llevar un dibujo específico que se encarga de evacuar el agua y unas laminillas que proporcionan el agarre necesario sobre superficies nevadas o heladas.
Es cierto que son algo más caros y que hay que realizar el cambio dos veces al año, pero se trata de un elemento de seguridad que puede llegar a salvarnos la vida en circunstancias adversas, por no hablar de la comodidad que supone transitar por un puerto de montaña con nieve en el que otros conductores tienen que detenerse constantemente a poner o quitar las cadenas, con los consiguientes ajustes y el peligro añadido de que una cadena se rompa y dañe algún elemento mecánico del vehículo.
La Dirección General de Tráfico (DGT) ya anuncia desde hace unos años la necesidad de usar “cadenas o neumáticos de invierno” en itinerarios con nieve y en el mercado hay una oferta muy amplia de productos marcados con el símbolo M+S y la montaña de tres picos con el símbolo de la nieve que certifican su uso invernal. Además, la mayoría de los establecimientos especializados en neumáticos ofrecen a sus clientes un ‘servicio de parking’ para depositar las ruedas hasta el próximo cambio en las mejores condiciones y por un precio muy reducido.
En un circuito de pruebas hemos tenido ocasión de experimentar las diferencias entre los dos tipos de neumáticos y el de invierno arrasa cuando la temperatura es baja, reduciendo la distancia de frenada en mojado y proporcionando un mayor agarre en superficies deslizantes. Ya lo sabes, si viajas mucho en invierno por zonas frías, no te arriesgues y calza bien tu coche con los neumáticos adecuados.
José A. Prados –
www.vidapremium.com
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